martes, 3 de noviembre de 2015

QUÉ PENSARÁN NUESTROS DIFUNTOS

DIA DE LOS DIFUNTOS

Actos tan bonitos aparentemente todos ellos, que han tenido lugar en los distintos cementerios de la geografía española, han sido una manifestación, sincera quisiera creer, del recuerdo entrañable que cada cual tiene de sus difuntos.



 No me parecen tan bonitos esos otros actos cargados, más que de recuerdo u homenaje a los difuntos, de un actuar en el que, valiéndonos de los difuntos, nos importan más los vivos que los muertos, aunque nos valgamos del escenario de los cementerios para escenificar esas ansias de aparentar y distinguirnos entre los vivos. Me refiero a ese impulso humano, muy desafortunado por hipócrita, de importarnos más llevar el mejor ramo de flores y que la lápida de nuestros fallecidos brille sobre las demás y sea objeto de comentarios ostentosos entre los que visitan el cementerio, que lo verdaderamente esencial.


¿Qué buscamos con ese gesto? Creo que hemos confundido el verdadero sentido del día de los difuntos, que hemos paganizado la fiesta como tantos otros actos religiosos, que lo que es en recuerdo de nuestros seres queridos que murieron, lo es para recuerdo de quienes depositaron en la tumba los mejores ramos en señal de ostentosidad y en demostración de que somos los que más queremos a nuestros difuntos. Craso error a mi juicio, si creemos que nuestros muertos nos estarán agradecidos por tal despropósito de valerse de ellos para demostrarnos ante los demás algo tan banal, como lo es superioridad o lucir nuestro mejor atuendo, en señal de indiferencia, menosprecio y desprecio hacia los demás.


No está esa forma de actuar ente los pecados de la Iglesia, pero no estaría de más. Si existe alguien que nos juzgue en vida, con toda seguridad no nos podrá perdonar que este sentimiento de los difuntos, que debería ser puro, lo contaminemos de esta manera, como tampoco los muertos darían su conformidad con esta ceremonia pagana y falta de religiosidad.



Pasó el día de los Santos, llegó el día de los difuntos y todos juntos, como si en cónclave lo hubieran acordado, con la meteorología enviaron borrascas de lluvia y fuerte viento que barrieron cementerios, limpiaron lápidas e hicieron volar los ramos de flores, en demostración de que ellos no aceptan que los suyos les visiten y les disfracen de ostentación, enmascarados en ese egoísmo de un materialismo exacerbado.




isidrojimenez.com



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