viernes, 19 de julio de 2019

Reflexiones sobre la vida


REFLEXIONES

Daría algo porque no se derritiera nunca la nieve. Recuerdo la nevada de aquel día, la necesidad que sentía de blanquear mi mente y, como con una goma de borrar, olvidar tantos problemas, no míos, sino de otros que te llenan la mesa, la mente y tu ser y ya no sabes qué hacer. Te sientes oprimido, estresado y falto de tiempo. Es necesario salir del escenario que te crea esta congoja. Ese día de nieve fue la solución. La nieve enfría la mente, te cierra los ojos con su blanco intenso, te deja más tranquilo, no tan tenso y te ayuda a equilibrar cuanto hay en tu ser que te pueda ayudar.




Me gusta examinarme y describirme, por ello quiero añadir una descripción y quién mejor que yo, que me conozco o al menos así lo creo y quiero deciros que este señor no soy yo. Ese es el que se me anticipó, que no es otro que el que era antes yo, porque los cambios son normales en toda evolución y el evolucionado no es él sino yo, él es quien era yo.

Posiblemente lo hayáis entendido, pero no es fácil si no lo habéis vivido, pues no se puede estar dentro de nadie y entender sus sentimientos, pues el ser humano tiene mucha arena, mucha agua, barro y hasta sedimento, de modo que es farragoso su cauce y nadar por la vida peligroso.

Y pensando en mi, he venido esta tarde a echar un vistazo al rancho, donde, después de un paseo por el entorno, me siento ancho, viendo la gran superficie que vallé y parece que fue ayer. Ha transcurrido mucho tiempo y consumido muchas horas en el intento, ahora habrá que esperar a que dé sus frutos, con tiento.


Te acuerdas de todo lo pasado? Tal vez haya pasado demasiado tiempo, pero no es lo más importante. Lo principal es que el pasado está en el recuerdo y yo me acuerdo.

Recuerdo cuando estuve en el desierto. En el desierto la vida transcurre a lo nómada, pues es una vida un tanto anómala. Ah, no, mala no, simplemente entre nómadas y mucha arena, eso sí en forma de dunas porque el viento las destroza y las amontona. Qué tontuna eso de que la arena se disgrega y se aúna. A esto le llaman desierto porque no hay plantas, ni una.

Ahora me considero ya un hombre de pies a cabeza. Desde ahora a mi niñez hay una gran brecha, que me reconforta haberla sorteado para llegar hasta aquí con esta pinta de un hombre apuesto y feliz. Y si no que me lo digan a mi, que de cuanto pasó en mi vida, me reí.


En estos momentos estoy apresuradamente aprovechando el tiempo, ese tiempo del que nunca dispuse y siempre anhelé y en el que ahora me reconforto, al lado del mar o el puerto, en la montaña o cualquier otro lugar, o simplemente en la ciudad.

Pero de vez en cuando pienso en qué poca cosa somos y en qué miniatura quedamos cuando determinado momento de nuestra vida se comprimen en una foto. Y la rabia que da cuando clicas en la foto para aproximarla y hacerla mayor y poderme ver mejor y sigues viéndome igual. Es que así no se hace, mejor sujeta la tecla control mientras alejas la rueda del ratón.