miércoles, 5 de diciembre de 2018

SOBRE LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA


SOBRE LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA

¿Cuánto tiempo estaremos bajo la amenaza de cuantos, engañados, pretenden seguir engañando, sosteniendo como verdad absoluta su mentira, su verdad o su mentira que nunca han explicado, porque ni ellos mismos saben en qué consiste ni cómo conseguirla? Me refiero a la independencia de Cataluña.


 Cada día la prensa nos bombardea con las mismas noticias y es increíble que hayan transcurrido tantos años sin que se hiciera nada mientras se venía cociendo y sentando las bases durante la época del pujolismo y posteriormente durante los años de Artur Mas. Tal vez nadie pensó que llegarían tan lejos o no se creyó en aquel entonces, sin embargo hemos llegado ahora a creer que todo es posible, que se puede actuar contra la Constitución, que se puede desobedecer las leyes, actuar en contra de las sentencias y además decirlo públicamente e inducir a que la gente actúe fuera de la Ley. Incluso meterse contra la monarquía y el propio rey parece tan normal como un comentario de calle. Esto crea en los ciudadanos una situación irritante poniendo en peligro la convivencia.


Más de uno pensará que todo eso es normal y hasta legal, como lo pensaban cuando se celebró el referéndum del 1-O, por ello decían que era increíble la actuación de la policía, a pesar de estar cometiendo un acto de subversión. Y hay que ser idiota para creer, pero la actuación de los golpistas lo tenía todo muy preparado para hacer creer en lo que era una farsa. No debemos olvidar que después de el uso de las redes sociales y de los medios telemáticos, recibiendo imágenes de cabezas abiertas, agentes arrastrando personas por el pelo, un montón de heridos, miles que luego fueron dos, unos de los cuales por enfermedad y otro/a porque se lo inventó, después de todo esto todavía hay mentes privilegiadas que tienen una fe ciega en lo que quieren. Están un su derecho, dirán.


Quieren la independencia y a costa de lo que sea, con las falsedades que haga falta, arruinando al país, empobreciendo a la gente, obligando a las empresas a huir, obligando al Gobierno  a estar más pendiente de los insurrectos que de las necesidades del país, estando el parlament sin actividad pero cobrando los diputados y los ciudadanos a la espera de que le resuelvan sus problemas. Mientras tanto los líderes políticos de las formaciones independentistas preocupados por fomentar la ilegalidad, por actuaciones y pronunciamientos  contra todo lo que representa a España, por ningunear a España, su rey y sus instituciones, tratando de desprestigiarla como una gran democracia.

Desde el pasado 1-O no han aprendido nada, ni con la huída de empresas ni con el revés económico general que representa la sola idea independentista en Cataluña.

Todos los estudios económicos sobre una Cataluña independiente se han hecho considerándola dentro de la Unión Europea o al menos dentro del espacio económico europeo de mercado único.

Sin embargo, la UE ha advertido en muchas ocasiones que eso no sucederá: si Cataluña se convierte en un nuevo Estado, sino que deberá solicitar su ingreso a la institución y cumplir las condiciones rigurosas que esta exige. Un proceso que demora años. El gobierno catalán quiere creer que, en la práctica, la UE no llegará a aplicar. Pero no hacerlo sería un precedente que otras regiones con reclamos parecidos al catalán —como la Baviera alemana o la Lombardía italiana— podrían intentar aprovechar. Abandonar la UE sería una de las pérdidas más grandes para Cataluña, ya que dejaría de tener acceso a un mercado en el que las personas y bienes pueden moverse libremente sin necesidad de visados o tasas aduaneras.

Las empresas y universidades tampoco podrían participar en programas europeos de investigación, que suponen una importante fuente de financiación para muchos científicos. Por ejemplo, Cataluña tiene asignados 1521 millones de euros en ayudas de los Fondos Estructurales y de Inversión para el periodo 2014-2020, según datos de la UE.

Una Cataluña independiente nacería con una fuga de empresas y capitales que no le permitiría hacer frente a pagos como los sueldos de sus funcionarios "ni los primeros 100 días", decía el presidente del IEE, cuya sede está en Madrid. "Nadie le prestaría en euros al Estado catalán, así que tendría que imprimir su propia moneda y esta sería brutalmente inflacionista", aseguró a BBC Mundo. "Al no ser miembro de la Eurozona, su deuda no se podría utilizar como colateral para pedir financiación al Banco Europeo", afirmó. Cree que el mercado "no le va a dar opción" a la Generalitat y que esta "pondrá un corralito para que no se vayan los euros y hasta los catalanes independentistas intentarán sacar su dinero de los bancos". Utilizar una moneda extranjera significa no poder influir sobre los tipos de cambio ni los de interés. También puede encarecer las exportaciones, reduciendo así la competitividad.


Una serie de reveses para la independencia, parte de los cuales ya se hicieron patentes cuando los bancos comenzaron a cambiar su sede y hasta los propios independentistas a abrir cuentas espejo o sacar el dinero fuera de Cataluña.

Al quedar fuera de la Eurozona, Cataluña perdería la red de seguridad que supone el BCN, que durante la crisis rescató a varias entidades españolas.

Poco tiempo después de que Puigdemont anunciara que declararía la independencia de forma unilateral, dos de los bancos catalanes más grandes, el Banco Sabadell y CaixaBank, decidieron trasladar su sede a otras regiones de España y hasta frenó un poco la caída en bolsa que se producía desde el referéndum. Si bien esta acción no tiene efectos a nivel de impuestos ni implica el traslado de empleados, frenó un poco la caída en Bolsa que venían sufriendo a raíz del referéndum.

Una declaración unilateral de independencia generaría una "caída masiva de la actividad" que produciría un desplome de la economía que, a su vez, acarrearía una destrucción de  puestos de trabajo. Según el ministro de Economía español, Luis de Guindos, el PIB catalán se contraería entre un 25 y 30 por ciento en caso de secesión.
"En la Segunda Guerra Mundial, los países perdieron un 25% de su PIB. Estamos hablando de una situación de guerra en la que mueren millones de personas", dijo a BBC Mundo el catedrático.
"Si a alguien se le ocurre decir que el PIB de Cataluña va a caer un 30%, lo que está diciendo es que lo que le va a pasar a Cataluña es peor que una guerra mundial. No creo que sea el caso", añadió.
Los informes, incluso los de la Generalitat, dan por sentado que la producción del nuevo país sufrirá un boicot por parte de España.
La razón es que ya hay un antecedente. En 2004, el líder de un partido independentista hizo declaraciones contra la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012. Esto desató en el resto de España un boicot contra la industria del cava. Al sector le costó años recuperarse. No es de extrañar entonces que una de sus dos compañías más emblemáticas, Codorniu, decidiera a mediados de octubre trasladar su sede social fuera del territorio catalán y la otra, Freixenet, pueda hacer lo propio.
Durante los 19 días posteriores al referéndum del 1 de octubre, casi mil, en total 917, empresas retiraron su sede social de Cataluña, según los datos del Colegio de Registradores de España. Entre ellas, grandes firmas como Gas Natural Fenosa, una de las energéticas más grandes del país, que aseguró que se trataba de una medida "temporal".
Una independencia no es ninguna broma", añadió el también presidente de la Cámara de Comercio de España. "Realmente es un despropósito". "El 80% de sus compañías son multinacionales y muy pocas se quedarían. Si están ahí ahora es porque Cataluña está dentro de Europa. Si no, tendrían que pagar aranceles", aseguró Feito. Una de cada tres firmas exportadoras en España tiene su sede en esta región, que aporta el 25% de las exportaciones del país, según los datos del Ministerio de Economía. Según esta misma entidad, España compra el 40% de los productos que salen de Cataluña y otro 40% va a parar al resto de la UE. Además, el 14,3% de los turistas que visitan la región proceden del resto de España.
Cataluña aporta unos 70.300 millones de euros a las arcas españolas, más que el resto de regiones, según los datos del Ministerio de Hacienda más recientes (2014). De estos, el gobierno central se queda con unos 11.500 que utiliza para ayudar a áreas más pobres como Extremadura o las ciudades de Ceuta y Melilla. "En otras palabras, España hace negocio", opinó Sagués.
Con 22 kilómetros de muelles y amarres, en 2016 tuvo un tráfico de toneladas superior a los 48 millones.
El puerto resulta clave también para el turismo: casi cuatro millones de pasajeros pasaron por ahí el año pasado. Además, cruceros como el Harmony of the Seas, el más grande del mundo, lo tienen de base.
el puerto relevante ubicado en Cataluña es el de Tarragona, donde también se encuentra la mayor red de la industria química del país.
En Cataluña, operan varios aeropuertos, entre ellos, El Prat, que rivaliza en número de pasajeros con el de Adolfo Suárez-Barajas, en Madrid. El año pasado vivió el mejor de su historia, con 44,1 millones de viajeros. La región también acoge a dos de las seis centrales nucleares que hay en España y que producen el 40% de su energía nuclear.

Uno de los temas más espinosos es el de la deuda externa que tendría el nuevo Estado catalán. Los informes del CATN dicen que Cataluña debería asumir la deuda que se encuentra a nombre de la Generalitat, los gobiernos provinciales y los municipales. Esta asciende a unos 90.000 millones, que equivale al 35,4% de su PIB. De estos, 61.000 millones corresponden a compromisos con el gobierno de España. Pero la deuda a nombre del Estado español se utiliza para gastos e inversiones en beneficio de todas las regiones, incluida Cataluña, por lo que muchos insisten en que esta debería hacerse responsable de su parte correspondiente. El exdirector de la Bolsa de Barcelona, José Luis Oller, cifró en 180.000 millones de euros el peso de la economía catalana en la deuda del conjunto de España durante un debate celebrado hace dos años en el Colegio de Economistas en Barcelona, según publicó entonces el diario El País. Además indicó que había que sumar el valor de los activos que el Estado tenía en Cataluña, que estimó en 50.000 millones de euros. La deuda total de una Cataluña independiente, según sus cálculos en esa época, era de unos 290.000 millones de euros o el 145% de su PIB. El CATN niega que Cataluña deba aceptar las deudas contraídas para inversiones y obras realizadas fuera de esta región. Sin embargo, aconseja negociar aquella deuda que no se pueda atribuir a un territorio concreto, siempre que el Estado español transfiera al nuevo país parte de los activos que fueron comprados con ese dinero.
Por ejemplo, si el España se endeudó para crear una empresa pública que funcione a nivel nacional, Cataluña asumirá parte de la deuda siempre que reciba las acciones correspondientes de esta compañía.
Como las posibilidades de negociación parecen ser pocas en este momento, en caso de secesión, lo más probable es que España tenga que pagar sola el total de las deudas mientras dirime el conflicto con el nuevo país en los tribunales internacionales, según explicó Feito.
Cataluña también cree que España debe repartirle "equitativamente" los bienes públicos que se encuentren fuera del país como las sedes embajadas, las plataformas petrolíferas, las bases militares, las cuentas corrientes en bancos extranjeros y los satélites espaciales, según el CATN.

España es una potencia turística y el año pasado batió récords con 75,3 millones de visitantes extranjeros, casi un 10% más que en 2015. Pero casi una cuarta parte (el 22,5%), tiene como destino Cataluña, que en 2016 recibió a 17 millones de viajeros foráneos. Unos cuatro millones menos que la región que ocupó la segunda posición: las islas Baleares.


Sus 580 kilómetros de costa ofrecen playas paradisíacas a las que se puede acceder con facilidad en tren o autobús. En invierno, sus montañas en los Pirineos están entre las favoritas de los esquiadores.
Pero la región también tiene una importante oferta cultural gracias a su riqueza en Patrimonios de la Humanidad como las obras del arquitecto Antonio Gaudí que se reparten por toda Barcelona. Entre ellas, se encuentran el Parque Güell, la Sagrada Familia y la Casa Milà. No solo estas quedarían fuera de España, sino que la Generalitat también podría exigir la devolución de los archivos, bienes culturales y patrimonio nacional que hagan referencia a Cataluña o cuyo autor haya sido catalán, según el CATN. Esto significaría que obras de autores como Salvador Dalí o Joan Miró que en la actualidad se conservan museos madrileños como el Reina Sofía deberían entregarse al nuevo Estado.

Esperemos que no se llegue nunca a negociaciones sobre los repartos.