A principios de 2007 ya vislumbramos los comienzos de la
crisis, momento en que en la economía española se viene observando una caída,
aunque leve, del empleo, con respecto a la tendencia hasta esas fechas en que
crecía el empleo trimestre tras trimestre, de acuerdo con los datos de la EPA
(Encuesta de Población Activa).
Convencionalmente el comienzo de la crisis, que se
considera sistémica y no sólo económica, se establece de forma general en el
2008 y se cita para sostener este criterio la quiebra en septiembre de este año
de Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión en Estados Unidos, tras 158
años de actividad ante el fracaso de las negociaciones con las dos entidades
que en un principio se perfilaban como posibles compradores, Bank of America y
el grupo británico Barclays. La quiebra de este banco fue consecuencia del
estallido de dos burbujas que se habían venido gestando y alimentándose
mutuamente desde bastante antes, sobre todo en la economía de los Estados
Unidos de América y que habían conseguido contaminar a todas las economías más
desarrolladas de la Tierra. Estas burbujas fueron la del negocio financiero y
las del subsector de la construcción residencial.
La destrucción de empleo a partir de 2008 se produjo a
toda máquina, especialmente en España. Las tasas de empleo cayeron, las tasas
de paro se incrementaron y la tasa de crecimiento del PIB real se redujo.
Concretamente, entre el cuarto trimestre de 2007 y el cuarto de 2008, la tasa de
paro en España pasó del 8,6% al 13,9 %. En el mismo periodo las tasas de empleo
pasaron del 54% al 51,8% y la tasa de crecimiento del PIB real en el mismo
periodo se redujo del 3,6% al 0,9%.
La crisis sigue y no parece terminar, porque las
previsiones más optimistas, para las economías más desarrolladas, tampoco
prevén un crecimiento real capaz de crear empleo hasta dentro de 4 ó 5 años. Esta
crisis ha trastocado profundamente algunos mecanismos básicos para el
funcionamiento de las economías y las sociedades más avanzadas, como por
ejemplo la no supeditación del papel del Estado a los intereses particulares,
que ha quebrado completamente con la connivencia entre los reguladores
financieros y la banca privada. Y esto ha ocurrido en los Estados Unidos, en Europa
y también en España. Otro ejemplo de esta quiebra de aspectos básicos es el
relacionado con la absoluta impunidad con la que se han blindado los verdaderos
responsables de la crisis, una vez más con la complicidad de gestores públicos
venales. El Estado de Derecho está a punto de saltar por los aires, si no lo ha
hecho ya, en aspectos clave del funcionamiento del sistema, pues no hay sanción
para los culpables de haber arruinado muchas empresas y muchas vidas, de manera
deliberada.
La Encuesta de Población Activa (EPA) recogió entre los
últimos trimestres de 2007 y 2008 una tasa de paro del 8,6%. La economía
funcionaba a pleno empleo del factor trabajo, y la tasa de paro estimada se
asimilaría a la respectiva tasa natural de desempleo. Aquellos eran los tiempos
en los que, trimestre tras trimestre, se seguía creando empleo, y en esas
etapas del ciclo, las expansivas, suele haber una menor tasa de paro y una
mayor tasa de empleo, en concreto del 54%.
La tasa de paro de España a finales del 2010 es del 20,3%,
11,7 puntos porcentuales más que en 2007. La tasa de empleo fue del 47,8%, 6,2
puntos porcentuales menos que en el cuarto trimestre de 2007.
En los siguientes años no puede decirse todavía que se ha
llegado ya al fondo de semejante pozo, por lo que la situación del empleo y el
paro ha seguido empeorando. De hecho se ha estado hablando siempre de brotes
verdes y nos han venido otoñales, muy lejos de la primavera soñada más a corto
plazo.
Si nos referimos al déficit público no ha hecho otra cosa
que incrementarse tanto por lo que se refiere al Estado como al conjunto de
las Comunidades autónomas, como no podía
ser de otra manera al caer los ingresos por impuestos y mantenerse
sustancialmente los gastos, o incrementarse como ha ocurrido con el gasto por prestaciones
de desempleo dependientes de la Caja Única del Servicio de Empleo Estatal.
La inflación comienza a incrementarse por encima de lo que
correspondería a una economía tan estancada como la actual, dibujando uno de
los peores escenarios imaginables, el de la estanflación, es decir:
estancamiento con inflación, que no hará otra cosa que dificultar más una
pronta recuperación del empleo. Una subida de los precios como la actual, que
no es consecuencia de una tensión provocada por la expansión de la demanda
agregada, sino más bien como consecuencia de estrategias especulativas que
estarían afectando al precio de los alimentos y de primeras materias básicas,
es decir es más bien fruto de una contracción de la oferta agregada y no augura
nada bueno para el empleo.
El mercado de trabajo está soportando la parte más dura
del ajuste, aquella que se traduce en perdidas de empleo e incremento del paro,
o sea, cierre de empresas y personas que se quedan sin trabajo, así como un
descenso brutal de la probabilidad de volver a emplearse o encontrar el primer
empleo. También forma parte de este proceso de ajuste un notable deterioro de
las relaciones laborales, en forma de pérdidas efectivas de derechos laborales
y mayor dificultad para el ejercicio de tales derechos. Todo ello se ha
agudizado y ha sido consecuencia de la
Reforma Laboral
Afecta de forma distinta a hombres y mujeres, a jóvenes y
adultos, a españoles y extranjeros… Por poner un ejemplo, que la tasa de paro
de los hombres se sitúe por encima de la de las mujeres, sucedió por primera
vez en 2010, desde que hay datos de la EPA, es decir, desde 1976. No obstante,
a pesar de lo significativo que es este dato por ese detalle, la desproporción
entre hombres y mujeres es manifiesta, en contra de las mujeres, si se tienen
en cuenta las otras tasas que expresan la participación de las mujeres en el
mercado de trabajo. Dicho de otra manera, para guardar la adecuada proporción
entre todas las tasas, la de paro de las mujeres debería ser todavía más baja
con relación a la de los hombres; ya que sus tasas de actividad y empleo son
bastante inferiores.
En esta crisis siendo mujer, joven y extranjera no
comunitaria, se ha tenido una alta probabilidad de quedarse en paro si se
estaba trabajando, y tienen la misma alta probabilidad de no encontrar empleo
en este momento, o de que el empleo que se encuentre sea de los empleos basura,
por su salario y condiciones laborales generales.
También ha incidido en la agudización de la crisis la
llamada burbuja inmobiliaria, que estalló como una mascletá valenciana en 2008,
lo que supuso que muchas viviendas terminadas se quedaron sin comprador y
siguen sin encontrar uno, entre otras razones porque la banca controla con mano
de hierro la oferta de vivienda para impedir que los precios caigan todo lo que
deberían hacerlo. También supuso un endeudamiento excesivo para muchas familias
que se metieron en un mal negocio, que les está pasando facturas casi
insoportables. Los desahuciados de sus viviendas son la punta del iceberg de
ese drama, muchos de los cuales siguen teniendo, después del desahucio,
cuantiosas deudas con los bancos que les concedieron la hipoteca. Cuando lo más
normal, lo más justo, e incluso lo más eficiente en términos económicos sería
que la entrega de la vivienda cancelara toda la deuda, lo que se llama dación
en pago. Esta norma, complementada con alguna otra, sería más eficiente porque
obligaría a la banca a ser más prudente a la hora de conceder créditos. La
imprudencia en la concesión de créditos hipotecarios y los activos generados a
partir de ellos, han sido una de las causas de la actual crisis.
Esta situación, que afecta más a los más pobres, como
siempre, está lejos de normalizarse, pues los causantes de este desastre están
resultando especialmente impunes, ya sea en el estricto ámbito del negocio
inmobiliario, o en el de su colaborador necesario: la banca y las cajas de
ahorro. No solamente está lejos de normalizarse, sino que muchos “ladrilleros”,
financieros y políticos siguen tratando de reeditar otra burbuja inmobiliaria,
ya que no tienen en el horizonte ninguna otra, que sea capaz de generarles los
beneficios de todo tipo asociados a la de naturaleza inmobiliaria, ya que otras
potenciales, como la de primeras materias o alimentos no tendría un impacto tan
amplio y “popular”.
Los últimos datos comparables de la Unión Europea, indican
que España dedica a gasto público social el menor de los porcentajes de la
Europa de los 15, cuyo promedio.. España está en último lugar de esta lista,
por debajo de Portugal y Grecia. La misma posición ocupa si se comparan los
gastos públicos per capita.
Con la crisis, sin duda la posición de España ha empeorado,
en el sentido de que se ha alejado más del promedio europeo en gasto social,
debido a los recortes que ya se han producido en significativas partidas de ese
gasto, como el relativo a pensiones, salarios de los empleados públicos
vinculados a la prestación de los servicios públicos, reducción de empleo,
disminución del gasto en gestión e infraestructuras para la prestación del
servicio, …Y esto no acaba aquí, pues con la reducción de déficit público los
recortes en el gasto público social se van a seguir produciendo, ya se están
produciendo. No es prometedor precisamente el futuro del gasto social en
España. También han sido las Comunidades
Autónomas las que ha propuesto el copago de algunos servicios públicos, como la
sanidad o la educación, y aunque sus correligionarios le han dicho que eso no
está en el programa político del Partido Popular, sólo hay que mirar el respeto
que nuestros políticos tienen a lo que escriben en los programas electorales,
para echarse a temblar.
La pereza moral e intelectual de quienes nos gobiernan es
un inconveniente serio para que el gasto público social tenga entre nosotros el
tratamiento adecuado. La obsesión con el déficit, aunque sólo por el lado de
los gastos, no de los ingresos, casi siempre les lleva a encontrar las
soluciones al mismo en las partidas del gasto social; sin embargo, se podrían
aumentar los ingresos por la vía de recaudar más, subiendo el gravamen a los
que disponen de grandes patrimonios o riqueza excesiva. Nunca se cuestionan la
inutilidad de algunos gastos, también en parte públicos, como los de determinadas
autopistas y aeropuertos o televisiones autonómicas, por citar algunos ejemplos.
Las proyecciones más optimistas de los organismos públicos
o privados acerca del momento en que se comenzará a crecer lo suficiente como
para crear empleo neto, indican que faltan todavía tres o cuatro años para que
ocurra tal cosa. No obstante, hay un consenso bastante amplio acerca de que las
economías más significativas de la Unión Europea, entre las que cabría incluir
a la española, saldrán todas ellas de las cifras negativas de crecimiento,
aunque no con la suficiente intensidad como para crear empleo neto. En
cualquier caso, todavía quedan zonas muy oscuras en todas las economías
importantes, también en la alemana, por ejemplo, y más concretamente en su
sistema financiero, que podrían evolucionar en el sentido de devolvernos a los
peores momentos del año 2008. Es conocido que alguno de los países centrales
del euro ha llegado a proponer la cancelación de la nueva moneda y la vuelta a
las originarias, en vez de dar los pasos políticos (mayor integración) y
económicos (política fiscal común y presupuesto de la Unión Europea) necesarios
para fortalecer la moneda y la unión política. Las políticas económicas de
reducción de los déficits públicos a toda costa en momentos de recesión, que se
propugnan, sobre todo por Alemania y Francia, como última tabla de salvación
del euro, pueden retrasar tanto la recuperación y debilitar de forma tan
notable a las economías reales de la Unión, que pueden convertirse en los
auténticos sepultureros del euro.
Los partidos políticos con posibilidades de gobernar están
prisioneros de la vieja ortodoxia en el ámbito de las políticas económicas. Da
la impresión de que no han entendido la crisis, y si la han entendido no están
dispuestos a tomar las medidas necesarias para salir de ella. Uno de los
mantras más extendidos es que “hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades” y, en consecuencia, ahora la mayoría debemos vivir por debajo de
ellas. Es probable que algunos hayan vivido por encima de todas nuestras
posibilidades, son los mismos que ahora nos quieren meter a todos en cintura,
con el objetivo de poder seguir con su misma lógica.
La vieja ortodoxia económica venía postulando desde hace
más de treinta años, que las economías más desarrolladas de la Tierra ya habían
superado el ciclo económico, y por ello nunca más volverían las etapas de
recesión o estancamiento. Mientras decían esto también tenían lugar ciclos
económicos, alguno de los cuales (el de comienzo de la década de los noventa
del Siglo XX) puso a la economía española una vez más a los pies de los
caballos. Cuando te repites una mentira sin fundamento muchas veces acabas
pensando que es verdad y por lo tanto no te la cuestionas. El proceso de
instalación de una gran mentira lleva consigo, además, la neutralización de los
que dicen lo contrario, con lo que cuando llega el problema que contradice a la
mentira, los viejos mentirosos, por supuesto, siguen sin entender el problema,
y son incapaces de resolverlo, y además sacan toda la artillería a su
disposición (tienen mucha) y disparan en todas direcciones, para seguir
haciendo el suficiente ruido que nos distraiga otra vez de la cabal comprensión
de los verdaderos problemas. Y en estas estamos, con los partidos políticos más
perdidos que elefante en ferretería, eso sí con un gran ente al que poder apelar
para poder cometer todos los desmanes posibles en su nombre. Este ente es el
mercado, donde están camuflando todas sus responsabilidades los que nos han
conducido a esta situación, entre los que cabe incluir a gestores sin
escrúpulos que han puesto Estados completos, o Comunidades Autónomas, al
servicio de intereses muy particulares, tan particulares que no resulta nada
difícil ponerles nombres y apellidos.
Una crisis que dará ,mucho que hablar a lo largo de la historia porque fue muy fuerte, impactó de inmediato y fue genaralizada en España y en nuestro entorno. ¿Nos servirá de ejemplo para evitar cualquier otra?
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