REFLEXIONES
Daría algo porque no se derritiera nunca la
nieve. Recuerdo la nevada de aquel día, la necesidad que sentía de blanquear mi
mente y, como con una goma de borrar, olvidar tantos problemas, no míos, sino
de otros que te llenan la mesa, la mente y tu ser y ya no sabes qué hacer. Te
sientes oprimido, estresado y falto de tiempo. Es necesario salir del escenario
que te crea esta congoja. Ese día de nieve fue la solución. La nieve enfría la
mente, te cierra los ojos con su blanco intenso, te deja más tranquilo, no tan
tenso y te ayuda a equilibrar cuanto hay en tu ser que te pueda ayudar.
Me gusta examinarme y describirme, por ello
quiero añadir una descripción y quién mejor que yo, que me conozco o al menos
así lo creo y quiero deciros que este señor no soy yo. Ese es el que se me
anticipó, que no es otro que el que era antes yo, porque los cambios son
normales en toda evolución y el evolucionado no es él sino yo, él es quien era
yo.
Posiblemente lo hayáis entendido, pero no es fácil si no lo habéis vivido, pues no se puede estar dentro de nadie y entender sus sentimientos, pues el ser humano tiene mucha arena, mucha agua, barro y hasta sedimento, de modo que es farragoso su cauce y nadar por la vida peligroso.
Posiblemente lo hayáis entendido, pero no es fácil si no lo habéis vivido, pues no se puede estar dentro de nadie y entender sus sentimientos, pues el ser humano tiene mucha arena, mucha agua, barro y hasta sedimento, de modo que es farragoso su cauce y nadar por la vida peligroso.
Y pensando en mi, he venido esta tarde a echar
un vistazo al rancho, donde, después de un paseo por el entorno, me siento
ancho, viendo la gran superficie que vallé y parece que fue ayer. Ha transcurrido
mucho tiempo y consumido muchas horas en el intento, ahora habrá que esperar a
que dé sus frutos, con tiento.
Te acuerdas de todo lo pasado? Tal vez haya
pasado demasiado tiempo, pero no es lo más importante. Lo principal es que el
pasado está en el recuerdo y yo me acuerdo.
Recuerdo cuando estuve en el desierto. En el
desierto la vida transcurre a lo nómada, pues es una vida un tanto anómala. Ah,
no, mala no, simplemente entre nómadas y mucha arena, eso sí en forma de dunas
porque el viento las destroza y las amontona. Qué tontuna eso de que la arena
se disgrega y se aúna. A esto le llaman desierto porque no hay plantas, ni una.
Ahora me considero ya un hombre de pies a
cabeza. Desde ahora a mi niñez hay una gran brecha, que me reconforta haberla
sorteado para llegar hasta aquí con esta pinta de un hombre apuesto y feliz. Y
si no que me lo digan a mi, que de cuanto pasó en mi vida, me reí.
En estos momentos estoy apresuradamente aprovechando
el tiempo, ese tiempo del que nunca dispuse y siempre anhelé y en el que ahora
me reconforto, al lado del mar o el puerto, en la montaña o cualquier otro
lugar, o simplemente en la ciudad.
Pero de vez en cuando pienso en qué poca cosa
somos y en qué miniatura quedamos cuando determinado momento de nuestra vida se
comprimen en una foto. Y la rabia que da cuando clicas en la foto para
aproximarla y hacerla mayor y poderme ver mejor y sigues viéndome igual. Es que
así no se hace, mejor sujeta la tecla control mientras alejas la rueda del ratón.
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