FIN DE AÑO
Salí a dar un paseo,
me puse las gafas de sol y vi el día nublado, salió el sol y entré en calor y
lo vi más templado.
Observé la tristeza
de unos, la alegría de otros y las prisas de aquéllos en sus compras como si el
año se terminara.
Pude ver cómo unos se
afanaban por vender y otros por comprar, lo que me llevó a pensar en el
materialismo en el que vivimos, ajenos a la festividad que da sentido a la
Navidad, tiempo en que unos recuerdan a sus seres
queridos ausentes, otros se encuentran solos y quienes fardan de tener que
aguantar a no sé cuantos familiares una vez más.
Pero, al margen de esas paradojas de la vida, todo el mundo se
hace eco de que hoy lo ha de pasar mejor que nunca, porque es final de año. El
problema radica en la consideración de cada cual de qué es pasarlo bien, pues
sin ir más lejos, unos lloran de felicidad y otros lloran de amargura y ambas
cosas son posibles.
Lejos de todas estas
consideraciones, hemos de pensar que es un día más, que no es un día especial,
si no fuera porque es el 31 de diciembre y este día estuviera situado al final
del calendario.
El último día del
calendario de cada uno de nosotros es el día anterior a nuestro aniversario de
nacimiento y ese día en que cumples años, ese día en que naciste, es el
comienzo de un año nuevo en tu vida. Por tanto, el 31 de diciembre, salvo que
hubieras nacido el 1 de enero, no es sino un día más de tu vida.
En tu vida hay 365
días, salvo bisiestos, cada año y cada día de los 365 han de ser especiales
para ti, haciendo balance de tu proceder, criticándote a ti mismo lo mal hecho,
alentándote por los aciertos, dándote ánimos para corregir, cambiar, coger
fuerzas y continuar, alcanzando tus propósitos, tratando de hacer el bien a los
demás, irradiando tu felicidad a tu alrededor y procurando que tu mundo y el de
los demás sea cada día mejor.
POR UN MUNDO MEJOR,
OS FELICITO EL AÑO PRÓXIMO.