miércoles, 25 de marzo de 2015

ME PREOCUPA LA RESURRECCIÓN

ME PREOCUPA LA RESURRECCIÓN

Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica que sin duda será en el “último día”; “al fin del mundo” … “cuando se dé la señal por la voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al son de la trompeta divina. Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1a.Ts. 4, 16).

Este tema, al filo de la Semana Santa, es reproducido una y otra vez en iglesias y ceremonias, siempre con el juicio final de fondo, alentándonos a ser mejor para que, llegado ese momento, podamos conseguir el beneplácito eterno.

A veces la terminología empleada en las charlas, discursos u homilías, por los curas, lleva a la confusión de no saber qué es la resurrección y si tiene algo que ver con la reencarnación. A este respecto, hemos de decir desde ya, tajantemente, que la reencarnación no es aceptada por la iglesia, en cuanto que la considera imposible. Además la reencarnación se daría en un cuerpo con las mismas debilidades: la muerte, el envejecimiento, el sufrimiento, etc.

La resurrección se produce el último día. Supongo que se refieren al último día de cada uno, o ¿hemos de morirnos primero y esperar a que termine el mundo para que, todos muertos, resucitemos y adquiramos un cuerpo glorioso que nunca moriría, ni envejecerá y no conocerá el sufrimiento ni la enfermedad?

Pienso en todo esto y me entra una gran preocupación, primero porque ¿quién me puede explicar ésto?, porque cualquiera que no haya resucitado, que son los que siguen viviendo entre nosotros, no deben tener ni idea de lo que es y significa y los que ya resucitaron, -Jesucristo, la Virgen-, ya están en el cielo y no nos lo pueden contar, y segundo, porque me vienen mil preguntas, pero tres principalmente:

¿Resucitaremos en las mismas condiciones los malos y los buenos?

¿Viviremos unos y otros en las mismas condiciones y el mismo lugar?

¿Dónde viviremos, si se ya no existe el mundo porque ha llegado a su fin?

Preguntas todas estas sin duda asfixiantes, que te encogen el cuerpo y el espíritu sólo con pensarlo.

Y a medida que sigo pensando en todo esto, trato de encontrar argumentos que puedan consolarme y se me ocurre, a bote pronto, que no estaremos tan mal donde quiera que sea y que tampoco debemos recibir trato diferente unos y otros en razón de nuestro comportamiento durante nuestra vida, porque cómo un Dios que ha muerto por nosotros y  que perdona todo cuanto mal hacemos, nos va dejar de perdonar en el último momento, cuando hemos de pasar a esa otra vida que nos depara la  resurrección.

También se me ocurre que, como todo es relativo, cada individuo tendrá sus ideas sobre lo que es el bien y lo que es el mal, de modo que, si no sabemos el significado de cada término, es muy probable que, haciendo el mal, podemos creer que estamos haciendo el bien, o que confundamos lo que hacemos bien creyendo que hacemos el mal.

Para terminar, considero que no hemos de hablar de el bien o el mal, sino de hacer el bien o hacer el mal a alguien, pues en el hacer, con nuestros actos, podremos detectar si para ese alguien, aquél a quien hacemos algo, es bueno o malo nuestro actuar.

Ese alguien es el prójimo, aquél con el que convives cada momento de tu vida. Es a quien debes preguntar si estás haciendo el bien o el mal, independientemente de que Dios nos perdone a todos, buenos y malos, porque haciendo el bien al prójimo, lejos de pensar en si tendrás mejor o peor trato después de la resurrección, habrás contribuido a conseguir un mundo mejor.


Reflexiones de isidrojimenez.com

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