viernes, 4 de diciembre de 2015

CAMPAÑA ELECTORAL 20D-2015

Desde que comenzara la era democrática que degustamos, iniciada después del período franquista, hemos tenido gobiernos con mayoría absoluta y gobiernos que la han conseguido pactando con formaciones nacionalistas, todo dentro de nuestro sistema electoral, el que, dicho sea de paso, más tarde o más temprano habrá que cambiar.

Estamos en el último mes del año, un mes de diciembre en el que ya han ocurrido muchas cosas y otras que están por ocurrir. Disfrutamos de un tiempo y temperaturas que no se corresponden con el frío y las lluvias de otros tiempos y oímos que ahora tenemos aves que ya no emigran a sus países de origen más cálidos y que nos vienen de fuera especies que devoran las autóctonas, como el cangrejo americano invasor (la jaiba azul), o el avispón asiático (la vespa velutina) y otras como el alga asesina, la almeja asiática, helecho de agua azolla, hierba de las Pampas, mejillón cebra, mosquito tigre, picudo rojo de las palmeras, tortuga de Florida y visón americano, contra las que, dicho sea de paso, no se toman excesivas medidas.

El día 22 se celebrará, como cada año, la lotería de navidad, sorteo que todo el mundo tiene en mente, o si no ya te lo recordarán ofreciéndote décimos o participaciones, a los que no podremos resistirnos por aquello de por si toca, aunque lo más probable es que no nos tocará, según la ley de la probabilidad, que mide las posibilidades de que un evento ocurra.

Pero antes del día 22, tenemos una cita el día 20 con las urnas. Este día vamos a elegir a quienes nos gobiernen, que será un nuevo gobierno o tal vez no tan nuevo, dependiendo de los resultados de cada partido político. Hasta ahora habíamos jugado a elegir a la derecha o a la izquierda, a los que gobernaban o a los en la oposición, con o sin mayorías absolutas, pero ahora el panorama que se nos presenta en el 20D es distinto. Esa distinción la marcan los partidos emergentes, quienes llegarán al gobierno, cosa poco probable o casi improbable, o servirán de bisagra para formar gobierno con la derecha o la izquierda de siempre de nuestro espectro político. Aunque es cierto que estos que llamamos emergentes tal vez sueñan con tomar la Moncloa con sus propias fuerzas.

Acaba de empezar la campaña electoral, pero no es menos cierto que ya empezó con las elecciones autonómicas y municipales e incluso con las europeas. Llevamos ya demasiado tiempo escuchando en todos los medios de información las propuestas de cada candidato a la Moncloa, las más o menos acertadas agudezas de los tertulianos y periodistas, todos los programas de entretenimiento en las cadenas de televisión, pues sin duda debe ser más barato el caché de un político que el de un artista y ahora nos toca oír y aguantar todas las intervenciones de los candidatos a la Moncloa en todas sus intervenciones por los distintos municipios de España. ¿Sabremos al final distinguir lo que nos conviene y discernir de todo lo manifestado para con, claridad de ideas, apostar por el mejor? Difícil tarea la que se nos encomienda.

Ha llegado el momento de votar. Sin duda como en cada decisión que tomamos, nos guiaremos por nuestra experiencia personal y somos tantos que experiencias hay para dar y tomar, por lo que es complicado acertar todos y, aun acertando, posteriormente podemos pensar que nos equivocamos y que el acierto fue un error, pues aquél al que elegimos con lo que nosotros creímos no comulgó.

Los dos partidos de siempre ya los conocemos y a los emergentes ya los deberíamos conocer. A los primeros porque han venido gobernando y alternándose en el poder y a los segundos porque ya están en el gobierno o en la oposición en autonomías o municipios, en muchos casos con realidades muy por debajo de las ilusiones que despertaron.

Disponemos de 350 escaños en el Congreso de los Diputados, más 266 senadores. Se distribuyan como se distribuyan los 350 escaños del parlamento, más los del Senado, son excesivos los políticos de que disponemos, al menos parecen demasiados, más aún teniendo en cuenta los 17 parlamentos autonómicos, las diputaciones y corporaciones locales, los mil y un organismos, empresas públicas, sindicatos y no sé cuantas cosas más. Demasiada gente para cuidarnos, para gestionar, dicen, la cosa pública mediante los correspondientes sueldos, dietas y gastos de representación a costa de los sufridos contribuyentes.

Muchos piensan en aumentarnos los impuestos y pocos que propongan racionalizar la política y la administración para hacerla más barata y efectiva. A lo más que llegan es a propugnar una administración  on-line, sin papeles, a la que se pueda acceder desde internet o WhatsApp. Todo muy moderno, pero sin que se hable de una radical simplificación administrativa.

Habrá que estar ojo avizor a los programas de los partidos, habrá que leerlos aunque sea para comprobar cómo se incumplen. Por cierto, respecto a la educación ya veremos si el libro blanco que prepara José Antonio Marina lo toman en serio los próximos gobernantes, sean quienes fueren, o si todo se reducirá a suprimir la religión o la enseñanza concertada que, por cierto, resulta más barata que la pública.

Tampoco se habla mucho del sistema de pensiones, ya que la verdad es que está quebrado con una población de mayores que cada vez duramos más años y sin un aumento apreciable de cotizantes jóvenes y con el dato añadido de que ahora cada vez nacen menos que los que mueren y que produce un censo de población menor. Este colectivo de pensionistas es muy importante y suelen tener muy claro su voto para salvaguardar su pensión ganada con sudor y lágrimas.



Quien quiera que forme gobierno, por sí o con alianzas, estas últimas las más probables si nos remitimos a las encuestas y entendidos en estas materias, habrá de lidiar con muchos temas, que no son pocos los que nos acechan y ponen en peligro nuestro bienestar y habrá de corregir sobre todo este mundo de desigualdad que se ha producido con la crisis, en el que se han enriquecido los ricos y empobrecido los pobres. Habrá de rebajar o modificar impuestos, que graven a los ricos y beneficien a las clases obreras para generarles más poder adquisitivo que impulse el consumo. Habrá de acabar con la congelación de salarios ínfimos y con los ingresos desmedidos de quienes, aun en crisis, los han visto aumentados. Habrá que generar empleo, impulsar las energías renovables, reforzar y modernizar la justicia, implantar en toda la Administración las nuevas tecnologías, eliminar trabas burocráticas al ciudadano, etc. etc. y, por último, habrá de acabar con la ruina humana de muchas familias.

Que sepa el gobernante que llegue a la Moncloa que, los que han soportado la crisis, que han sido los más pobres, ya no pueden serlo más y que, éstos, no han sido los que la han generado "gastando por encima de sus posibilidades", como se ha repetido hasta la saciedad. Pongamos fin al despilfarro y sobre todo al fraude pasado, presente y futuro.

Isidro Jiménez






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