lunes, 6 de abril de 2015

AVERÍAS EN EL SUEÑO

AVERÍAS EN EL SUEÑO


Me levanto cada mañana y me esfuerzo por recordar qué sueño me entretuvo esta noche, para saber en qué emplea mi mente el tiempo que recorre soñolienta, mientas otras gentes están despiertas, tratando de descubrir toda esa noche que no viví, de modo que si es de mi interés poder hacerla realidad, vivirla y disfrutarla, e incluso con la ventaja de poder cambiar los momentos que no me llenan, por otros más acordes con mi pensar y que me pudieran mayor placer reportar. 

He oído muchas veces decir que cada noche soñamos y que no todos los sueños se pueden hacer realidad, más no creo en esto, porque si no por qué no nos íbamos a acodar y, de acordarnos, cuál es el motivo que nos impediría hacerlos realidad. Si la vida es sueño, por qué el sueño no puede ser una realidad. Además, sería de mayor satisfacción vivir lo soñado, como si nuestros sueños fueran un indicador de nuestros anhelos, de lo que deseamos y perseguimos, convencidos de que los sueños nos conducen y marcan el camino de nuestra realidad. 

Pero si sufriéramos averías en el sueño, llevado éste a la realidad, podría ésta sufrir también una avería o sufrir un accidente que nos desvirtúe en parte la realidad soñada, tergiversando lo soñado, llevándonos a la confusión de no saber que falló, si lo que habíamos vivido que dio lugar al sueño, o lo que soñamos que ahora pretendemos vivir, o la propia realidad. En cualquier caso se habría producido una avería, en algún eslabón de la cadena, del sueño de lo que vivimos o de la realidad en que queremos transformar nuestro sueño. 

Cuantas veces hemos despertado con la sensación de que no era el mejor momento, si quiera porque era placentero lo que estábamos soñando y al despertar hemos sentido frustrado nuestro intento de acabar aquella hazaña que, hasta en sueños, de contento nos hacía mover las pestañas. En otras ocasiones, algo nos falló en el sueño, no salió como esperábamos, un episodio se nos veló, no pudimos conseguirlo como queríamos; tal vez influyó una debilidad de la realidad, que pudiera impedir conseguir el sueño, o quizás el sueño no se ajustaba a la realidad y nuestro subconsciente realizó la improvisación oportuna, para sin avería y sin necesidad de reparación pudiéramos llegar al final. 


Es bonito soñar. El sueño transforma la realidad y la hace más bonita, como un tenue velo que la maquilla e impide apreciar las impurezas. También es placentero hacer realidad los sueños, sobre todo porque esos sueños, aunque sean producto de una realidad vivida, han pasado por el tapiz intrínseco del propio sueño que desligó a la realidad de todo aquellos que nuestro subconsciente no tolera.

 Isidro Jiménez 

 (Relato corto de isidrojimenez.com)

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