Hay una serie de estudios, especialmente en los últimos
años, tal vez porque la vida parece que se nos alarga y que llegamos a la
jubilación hasta jóvenes y después vivimos del cuento, -eso dicen-, treinta o
más años, aunque lleguemos a esas edades habiendo perdido la cabeza,
dependientes totales o en una silla de ruedas o con todas las cosas a la vez,
que corroboran que la alimentación influye abismalmente en el comportamiento y
capacidad del organismo para frenar el deterioro celular que nos lleva
irremediablemente al envejecimiento.
Efectivamente nuestro cuerpo va sumando años y envejece,
como lo hace nuestra mente, que es la compañera que le guía, pero es nuestro
deber mantener cuerpo y mente en las mejores condiciones posibles. Para ello
hemos de seguir algunas pautas de comportamiento y en la alimentación.
Empezando por la alimentación y siguiendo el axioma de
que somos lo que comemos, hemos de empezar por comer bien. Se recomienda comer:
ANTIOXIDANTES: Que combaten los radicales
libes, esas moléculas que destruyen la membrana de las células, deteriorándolas
y causando cánceres, enfermedades cardiovasculares y otras de tipo
degenerativo. Estos antioxidantes son los carotenoides y las vitaminas C y E,
que podemos encontrarlas en las frutas y en las verduras de todos los tipos y
en los frutos secos. Así son muy saludables los tomates, los pimientos,
zanahorias, berenjena, calabacines, calabazas, naranjas, melocotones,
aguacates, mandarinas, manzanas, ciruelas, piñas, cacahuetes, almendras,
avellanas, pipas, habas, etc. etc.
FITOQUÍMICOS: Que impiden la proliferación de
células malignas evitando cánceres y que se encuentran en las frutas, verduras,
cereales y legumbres, alimentos todos ellos que han de estar siempre muy
presentes en nuestra dieta.
FIBRA: Más fibra y menos grasas es muy
aconsejable para los problemas de colon, porque evita el cáncer al absorber el
agua y aumentar el volumen de las heces, eliminando deshechos y células
cancerígenas, evitando la absorción de grasas para que no lleguen al torrente
sanguíneo, transformándose esa fibra, al entrar en contacto con los deshechos
intestinales, en una masa, que arrastra impurezas, a parte de prevenir la
diabetes al impedir la absorción de glucosa y controlar el peso por dar
sensación de saciedad al ocupar mucho espacio en el estómago. La fibra las
podemos encontrar en las frutas y verduras, arroz negro o integral y avena, de
mucha fibra soluble. La fibra insalubre la tenemos a nuestro alcance en la
cáscara de legumbres, la piel de frutas y verduras, en algunos cereales y el
salvado de trigo.
CALCIO: Nos mantiene los huesos
fuertes, facilita la división celular y regula la relajación y contracción de
los músculos, también los músculos del corazón, facilitando el intercambio de
nutrientes y proteínas en el interior de las células, al mismo tiempo que ayuda
controlar la tensión arterial. El cuerpo necesita calcio y si no se lo damos lo
coge de los huesos. Podemos encontrar el calcio en las verduras de hoja verde y
en los lácteos, éstos desnatados mejor, que contienen el mismo calcio pero
menos grasa animal. La cantidad diaria recomendable, unos 1.200 miligramos,
equivalente a cuatro vasos de leche.
GRASAS: Tienen muy mala fama, pero son
muy necesarias para el organismo. Sin al menos 25 gramos de grasa nuestro
organismo tendrá dificultades para absorber las vitaminas y betacarotenos de
las frutas y las verduras. Además está demostrado que las grasas previenen
enfermedades cardiovasculares, como los infartos y apoplejías y los procesos
inflamatorios, como la artrosis, la artritis y hasta la enfermedad de
Alzheimer.
Hay grasas saturadas e insaturadas. Las primeras de
origen animal se encuentran en carnes, embutidos, lácteos enteros, margarinas y
mantequillas. Las insaturadas son las más beneficiosas para la salud y pueden
ser poliinsaturadas y monoinsaturadas, éstas últimas las mejores de todas. Se
encuentran las poliinsaturadas en el aceite de girasol y soja. La
monoinsaturadas se encuentran en el aceite de oliva, de cacahuete, de aguacate
y en los ácidos grasos omega3, en pescados tales como las sardinas, chicharro,
bonito, caballa, atún, boquerones, salmón… y en los frutos secos, como
almendras, avellanas, nueces, nueces de Brasil…
Una sencilla forma de distinguir las grasas saturadas de
las insaturadas es mirar la sartén después de cocinar el alimento. La grasa
saturada se vuelve sólida a temperatura ambiente. La insaturada se mantiene
líquida a temperatura ambiente.
¿Y qué decir de eso que le llaman grasas
"trans"? Estas grasas, que son vegetales, se encuentran en la
bollería, alimentos procesados, margarinas duras… Son grasas insaturadas pero
que, debido al proceso de hidrogenación a que han sido sometidas para
convertirlas en sólidas, hacen que en el organismo se comporten como saturadas.
CHOCOLATE: Muy rico en flavonoides, según
estudios, calmante y cardiosaludable, eleva las endorfinas que producen
serenidad y bienestar. El mejor chocolate el negro, por su gran cantidad de
cacao, ideal para la hipertensión, con propiedades antioxidantes y saludables
para el corazón.
VINO TINTO: Uno o dos vasos diarios protege
el corazón y las arterias. También se recomienda para evitar pólipos
colorrectales predecesores del cáncer de colon y prevenir el ataque cerebral isquémico,
conocido como ictus, El vino contiene flavonoides, antioxidantes que evitan el
deterioro celular que conlleva enfermedades degenerativas y envejecimiento.
Es muy importante comer bien siguiendo hábitos
saludables, lo que añadido a dormir bien, caminar, reírse, pensar para
recordar, leer quedándonos con lo que leemos como si lo estudiáramos para luego
enseñar lo que hemos leído y tomar el sol con prudencia, es la mejor medicina
para, si no alargar nuestra vida, vivir con mejor calidad.
Isidro Jiménez