Con frecuencia nos dejamos llevar por una serie de hábitos o costumbres en
nuestra vida, cayendo a veces en una rutina continua, que nos puede llegar a
producir cierto hastío debido al automatismo con que desarrollamos cada una de
las cosas que hacemos en nuestro día a día.
La rutina, esa costumbre arraigada de hacer las cosas, nos conduce a
adquirir hábitos en la práctica, que nos capacita y permite para hacer algo de
forma automática e inconsciente aun cuando estemos pensando en otra cosa
diferente. Esos hábitos rutinarios a los que nos acostumbramos tan fácilmente,
son en cierto modo adictivos, pues los practicamos de forma repetitiva y sin
ser conscientes de ello y, porque ese aprendizaje habitual y rutinario, nos
facilita la vida, nos la hace más cómoda, porque no hemos de pensar tanto ni
prestar tanta atención a cada una de las cosas que hacemos. De ahí que
fácilmente nos enganchemos y dejemos arrastrar por esa forma de actuar.
Me pregunto sí esa rutina, la que podría tildarse también como costumbre, hábito,
uso o repetición de hacer las cosas, aunque nos ofrezca cierta comodidad, nos
aleja de algún modo de la realidad, no teniendo conciencia del presente y de
cada uno de los momentos que vivimos. Por la rutina, podríamos decir, nos
perdemos muchas cosas de nuestra vida y no gozamos al hacerlas porque las
realizamos inconscientemente. Es más, podemos llegar a la rutina cosmocócica, o
lo que es lo mismo, abominable, que podemos llegar a aborrecerla porque nos
sumerge en el hastío más profundo, restando a nuestra vida cierto sentido y
alegría de vivir, sentir y regocijarse en y con cada una de las cosas que
realizamos en nuestro vivir diario. Estaríamos, llegados a este extremo, en una
vida a la que le falta sentido, sumergida en un hastío continuo y permanente,
porque hemos llegado a extender la rutina a todo cuanto hacemos en nuestra vida
y eso es peligroso.

Todo lo dicho hasta aquí nos lleva a poder sostener que no debemos
pretender eliminar o desterrar totalmente la rutina, sino que en la medida de
lo posible hagamos uso de ella para lo estrictamente necesario y no tratar de
poner el piloto automático para todo cuanto hacemos, de modo que no nos impida
vivir nuestras experiencias, procurando ser más creativos en lo cotidiano sin
que la rutina nos agobie.
Isidro Jiménez
No hay comentarios:
Publicar un comentario