viernes, 28 de marzo de 2014
EL DESARROLLO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: LA CLAVE DEL ÉXITO
Cuando experimentamos una emoción, ésta generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utiliza para valorar una situación concreta y, por tanto, influye en el modo en que se percibe dicha situación. Cada individuo experimenta una emoción de forma particular, dependiendo de sus experiencias anteriores, aprendizaje, carácter y de la situación concreta.
A medida que vamos creciendo aprendemos a manifestar nuestras emociones.La familia y sobre todo los padres, juegan un papel importante en el aprendizaje y desarrollo de la conducta emotiva.
Los principales factores que nos influyen en la forma de manifestar nuestras emociones son:
• La experiencia del dolor y del placer, ayudan a una mejor adaptación y protección del individuo cuando se superan positivamente. Crean la memoria emocional. Por ejemplo: cuando una persona es atacada por un animal, le teme a ese animal.
• El factor colectivo, ayuda a internalizar las emociones que afectan a una colectividad, por ejemplo: el niño imita las actuaciones de su familia, club, amigos, entre otras, ante una situación de riesgo como un temblor, un incendio, entre otros.
• La transferencia, es cuando se reproducen las mismas emociones frente a situaciones y objetos similares, ejemplo: cuando el alumno manifiesta su rechazo a todos sus profesores, a causa de un problema con uno de ellos.
• La proyección, cuando se desplazan los estados emotivos adquiridos, hacia objetos nuevos. Por ejemplo: el miedo hacia un objeto en concreto, que luego se convierte en miedo a la oscuridad, a la soledad, a las alturas, entre otros.
• El pensamiento, es el que hace evocar hechos a personas que han desencadenado las emociones y por transferencia o proyección los convierte en nuevas emociones. Por ejemplo: al recordar un hecho trágico puede provocar la emoción del dolor y la tristeza.
De acuerdo con esos factores, se podría llegar a una definir la emoción como un estado afectivo que se experimenta, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influenciados por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa del organismo a lo que lo rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violenta o más o menos pasiva, se puede decir, que las emociones no son entidades psicológicas simples, sino una combinación compleja de aspectos fisiológicos, sociales y psicológicos dentro de una misma situación polifacética, como respuesta orgánica a la consecución de un objetivo, de una necesidad, o de una motivación.
La emoción puede ser desencadenada por situaciones, personas y objetos que se presentan como agradables, desagradables, buenos o malos. Lo que se considera bueno agrada y se desea, y cuando se tiene, se disfruta; por el contrario, lo que se considera malo desagrada y se trata de evitar, se rechaza, y cuando se presenta causa tristeza y descontento.
Se ha de utilizar la inteligencia emocional, que representa la capacidad de sentir, entender y aplicar eficientemente el poder de todas aquellas emociones y que dan fuerza, confianza y creatividad, indispensable para poder llevar a buen término ciertas iniciativas relacionadas con la mente, tales como el control de calidad y desarrollo de las competencias fundamentales para la resolución de situaciones.
Cuando vamos desarrollando las distintas características de la inteligencia emocional, va aumentando nuestra capacidad de intuición, disposición para confiar en los demás, capacidad para inspirar confianza, un carácter sólido y de auténtica personalidad, aprecio por la satisfacción constructiva, capacidad para encontrar soluciones acertadas en situaciones difíciles y para tomar decisiones inteligentes y un liderazgo eficiente.
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